El colegio tiene el deber de cubrir las necesidades educativas en los tiempos actuales. Buscar alternativas curriculares, metodológicas o vinculadas a la evaluación resulta imprescindible para atender de forma adecuada la diversidad del alumnado. Relacionado con esto último, la neurociencia ha demostrado la incidencia directa de las emociones en el aprendizaje. Pero si importante resulta el clima emocional en el aula, también lo es el entorno físico en el que se da el aprendizaje. La arquitectura, el diseño y las condiciones físicas de los espacios en los centros escolares son muy importantes en el proceso de innovación educativa. Las características arquitectónicas y el mobiliario deben estar al servicio del proyecto educativo del centro y sus modelos didácticos.

En el colegio hay cientos de alumnos y cientos de maneras distintas de aprender, es por eso que el espacio debe ser flexible, móvil, y adaptarse a las necesidades de cada uno en cada momento. Los alumnos necesitan tiempo y también espacio para el trabajo cooperativo, para el trabajo en grupo grande, para el trabajo individual, para la explicación del profesor, para el descubrimiento…en definitiva, espacio que facilite un aprendizaje en el que el alumno sea protagonista activo del mismo. 

Es por eso que en este colegio nuestras paredes se abren, las aulas se hacen grandes o pequeñas y se puede escribir en las mesas, que se unen o se separan según necesidad. Hay espacio para moverse, para concentrarse, para dialogar, experimentar, expresarse…